El vino rosado ha dejado de ser considerado una tendencia leve para convertirse en un fenómeno global con respaldo estadístico. Según el informe Rosé Wines World Tracking 2022, el consumo mundial de vino rosado alcanzó los 19,6 millones de hectolitros, representando cerca del 10 % del consumo total de vino tranquilo, en un contexto donde el consumo global de vino cayó 2,6 % la misma temporada.
En paralelo, datos de IWSR Drinks Market Analysis muestran que el rosado representa aproximadamente el 9 % del consumo global de vino, marcando una tendencia sólida y sostenida. Y aunque Francia sigue liderando, países como Brasil, Canadá, Australia y Chile han mostrado repuntes notables en mercados secundarios.
Millennials y Gen Z: protagonistas del cambio
La evidencia apunta a que los consumidores más jóvenes, millennials y Generación Z, prestan cada vez más atención a vinos frescos, estéticos y de fácil degustación. Según Rosé Wines World Tracking, la recuperación post-2021 ha sido impulsada precisamente por estos grupos, que priorizan la experiencia y la imagen tanto como el sabor. Estudios complementarios de Dimensional Insight sugieren que los millennials valoran productos alineados con valores de marca y formatos innovadores.
¿Qué pasa en Chile?
Aunque el mercado chileno aún no publica datos tan detallados, se identifican señales claras: el crecimiento de etiquetas premium, eventos de rosado en ferias y mayor oferta en bodegas. Según un análisis de 6W Research, se espera que el mercado del rosé chileno crezca sostenidamente entre 2024 y 2031, impulsado por interés en versiones secas y frescas.
Además, viñas nacionales como Veramonte, Miguel Torres, Ventisquero y Clos de Luz han lanzado rosados que combinan buena estética, frescura y propuestas identitarias, atrayendo a audiencias urbanas y digitales.