Cada septiembre, Chile revive sus símbolos patrios: empanadas, cueca, asado, vino y, para muchos, el famoso Terremoto. Por un lado, el vino chileno representa tradición, sofisticación y exportación. Por el otro, el Terremoto, hecho con pipeño, helado de piña y granadina, se toma los escenarios populares como una bebida festiva por excelencia. ¿Estamos frente a un conflicto de identidades o a una alianza cultural?
El Terremoto: dulzura, historia y memoria popular
Según consignó La Tercera, el Terremoto se popularizó a fines de los años 80 como una mezcla explosiva, y engañosamente dulce, compuesta por vino pipeño, helado de piña y un toque de granadina. Su nombre, afirman, estaría inspirado en el terremoto de 1985, cuando los primeros en probarla quedaron “tambaleando”.
El sitio especializado en patrimonio Identidad y Futuro señala que el Terremoto tiene sus raíces en bares emblemáticos de Santiago como La Piojera y El Hoyo, donde se consolidó como una bebida símbolo de las celebraciones populares. Lejos de ser una moda pasajera, el Terremoto se ha transformado en un clásico transversal.
Vino chileno: sofisticación, terroir y exportaciones
En contraste con el Terremoto, el vino embotellado chileno ha logrado consolidarse como uno de los productos más reconocidos del país en el extranjero. De acuerdo con la Memoria Anual 2023 de Wines of Chile, las exportaciones de vino embotellado alcanzaron los 703 millones de dólares FOB, siendo el principal segmento del sector, a pesar de una caída del 9,6% respecto a 2022.
La Memoria Integrada 2024 de Viña Concha y Toro destaca que la empresa exporta a más de 135 países. Marcas como Casillero del Diablo, Marques de Casa Concha o Frontera encabezan las ventas internacionales, consolidando a Chile como un país líder en vino de calidad.
¿Rivalidad o convivencia?
El vino premium y el Terremoto parecen habitar universos distintos. Sin embargo, en la práctica, ambos coexisten dentro del imaginario vitivinícola chileno:
- El Terremoto representa lo popular, lo accesible, la celebración callejera.
- El vino embotellado simboliza la sofisticación, el origen, el terroir y la proyección global.
No se excluyen: se complementan. Esta dualidad expresa la diversidad y riqueza de la cultura enológica del país.
Vino chileno y Terremoto no son enemigos. Son dos formas de brindar, de compartir, de celebrar. En estas Fiestas Patrias, no se trata de elegir uno sobre el otro, sino de reconocer que ambos, desde la copa fina hasta el vaso plástico, construyen la identidad festiva de Chile.



