El Día de la Chilenidad y las celebraciones dieciocheras son una oportunidad para rendir homenaje a las tradiciones campesinas que dieron forma a nuestra cultura. En la mesa no puede faltar la música, la cueca, la guitarra… y, por supuesto, un buen vino.
Según explicó La Tercera, la cepa País ha recuperado su sitial como uno de los vinos más representativos de la ruralidad chilena. Fue la uva que acompañó por siglos a los huasos en las fondas y ramadas, y hoy reaparece en versiones frescas, ligeras y perfectas para acompañar empanadas o una buena guitarra al atardecer.
El pipeño, heredero directo de esta cepa y de elaboración sencilla, sigue siendo protagonista en estas fechas. Como recordó El Mostrador, su carácter popular lo convierte en la bebida infaltable en las Fiestas Patrias, manteniendo vivo un consumo que se transmite de generación en generación.
Pero no solo el País tiene espacio en el brindis huaso. El carmenere, considerada la cepa emblemática de Chile, aporta un perfil más intenso y especiado. Tal como señaló Emol, este vino combina muy bien con carnes a la parrilla, otro clásico dieciochero que suele acompañar las celebraciones con guitarra y canto.
El moscatel de Alejandría, en tanto, ha ganado protagonismo en la zona de Itata. De acuerdo con Diario Concepción, su frescor y aroma lo convierten en un acompañante perfecto para postres y para brindar en una rueda de cueca improvisada.
Así, desde el pipeño hasta el carmenere, pasando por la cepa País y el moscatel, los vinos chilenos no solo refrescan el paladar en septiembre: también conectan con la historia y las raíces de la chilenidad. Porque cada brindis huaso es, al final, un gesto de identidad y pertenencia..
