Cada vez más personas en Chile y el mundo se interesan por el vino más allá del simple disfrute social. Catar se ha transformado en una experiencia cultural y sensorial, accesible incluso para quienes no tienen conocimientos técnicos. Sin embargo, dar los primeros pasos puede generar inseguridad o errores comunes que entorpecen la experiencia. Esta nota busca desmitificar la cata, explicar sus fundamentos básicos y entregar herramientas claras para disfrutar sin presiones ni prejuicios.
Un ritual que comienza con la vista y el olfato
Uno de los primeros errores al catar es pasar directamente al sorbo, sin detenerse en las etapas previas. La observación y el aroma son tan importantes como el gusto. Según la Guía de Cata de Vinos publicada por La Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV), los primeros minutos de una cata deberían dedicarse a analizar el color, la limpidez y la intensidad aromática del vino.
“El vino no se bebe, se escucha”, decía Salvador Dalí. Una frase provocadora que cobra sentido si entendemos la cata como una conversación entre nuestros sentidos y el vino.
Errores comunes y cómo evitarlos
Claudia Aliaga, enóloga chilena y profesora de cata para aficionados, quien señala que los errores más frecuentes suelen ser gestuales y de actitud: “Agitan la copa como si estuvieran batiendo algo, o tragan sin pensar. También hay quienes creen que hay que saber mucho para opinar, y eso es falso”, afirma.
Entre los errores más comunes identificados están:
- Oler sin detenerse ni distinguir aromas.
- Agitar la copa de forma brusca o inadecuada.
- Beber sin hacer recorrer el vino por la boca.
- Creer que un vino caro es mejor por defecto.
- Desconfiar del propio gusto.
Para Aliaga, “catar es sobre todo una práctica de atención. No necesitas saber de taninos o barricas para disfrutar conscientemente. Solo hay que mirar, oler, saborear y estar presente”.
Un fenómeno creciente en Chile
En nuestro país, la cultura de la cata ha crecido de la mano del enoturismo y la difusión digital. Experiencias como las que ofrece la Red de Enoturismo de Chile o iniciativas como Rutas del Vino han permitido acercar la cata a públicos más amplios, sin importar edad o experiencia previa.
En 2023, más de 1 millón de visitantes participaron en actividades relacionadas con el vino en Chile, según cifras del Servicio Nacional de Turismo (SERNATUR), consolidando al país como uno de los líderes del enoturismo en Sudamérica.
La cata como lenguaje cotidiano
Lejos de los elitismos que alguna vez marcaron el mundo del vino, hoy catar es una práctica abierta, plural y adaptable. No se trata de impresionar con tecnicismos, sino de entender el vino a través de los sentidos, respetando tanto la diversidad de estilos como la individualidad del gusto.
La invitación es clara: catar es escuchar lo que una copa de vino tiene que decir. Y todos podemos aprender a escuchar.