Cristóbal Undurraga y la apuesta por un vino biodinámico, honesto y conectado con la tierra

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En un momento en que la industria vitivinícola chilena busca diferenciarse en los mercados internacionales, el nombre de Cristóbal Undurraga se asocia con una mirada que pone en el centro la biodinámica, la identidad y la coherencia entre el vino y su origen. Hijo del ex embajador y expresidente de Vinos de Chile, René Merino, y parte de una familia histórica del rubro, Undurraga se aleja del enfoque tradicional para impulsar un modelo que busca transformar la relación entre el viñedo y el entorno.

Hoy lidera el proyecto Viña Koyle, una de las pocas certificadas como biodinámicas en el país, ubicada en Los Lingues, Valle de Colchagua. Desde allí, impulsa una filosofía de producción que va más allá de lo técnico. “No hacemos vino para ganar medallas. Hacemos vino para contar una historia real, coherente con la tierra y con cómo vivimos”, comentó a DF MAS.

Biodinámica: una práctica integral

La biodinámica no es una técnica de moda. Es una forma de trabajar y vivir. Inspirada en las ideas de Rudolf Steiner, integra prácticas orgánicas, preparados naturales, calendario lunar y una visión holística del ecosistema vitícola. En Viña Koyle, esto se traduce en cero pesticidas, uso de caballos para labranza, compostaje propio y un viñedo que respeta el ritmo de la naturaleza.

Según datos de Demeter International, la certificación biodinámica sigue siendo minoritaria en el mundo, pero crece a paso firme en países como Francia, Alemania, Italia y también en Sudamérica. En Chile, Koyle es pionera en este enfoque y ha logrado reconocimiento por etiquetas como Koyle Cerro BasaltoKoyle Royale y su línea de vinos de parras viejas.

Una nueva narrativa para el vino chileno

Undurraga plantea que el vino chileno necesita una narrativa más auténtica. Para él, lo importante no es competir con volumen ni uniformidad, sino con identidad, origen y método. Esta mirada está alineada con un movimiento global que valora lo artesanal, lo trazable y lo sustentable. En esa línea, su trabajo busca conectar con consumidores que valoran el vino no solo por su sabor, sino por el relato que hay detrás de cada botella.

Según consignó a DF MAS, esta manera de hacer vino responde a una forma de vivir, donde cada decisión productiva está ligada al equilibrio con el entorno y la transparencia hacia el consumidor.

Este enfoque se vincula con tendencias internacionales de sostenibilidad, consumo responsable y transparencia. No es casualidad que mercados como CanadáDinamarca o Noruega estén cada vez más interesados en vinos de bajo intervencionismo, certificados o con historias de origen claras.

Koyle y el futuro del vino consciente

Viña Koyle representa una nueva generación de proyectos que no buscan imitar modelos europeos, sino adaptar principios universales a la realidad chilena. En un contexto de crisis climática y cambios en los hábitos de consumo, su apuesta por la biodinámica se presenta como una forma concreta de resiliencia y de innovación desde lo ancestral.

Cristóbal Undurraga no busca protagonismo, pero su nombre se asocia cada vez más con una forma de hacer vino que interpela a la industria: menos artificio, más verdad. Menos tecnología invasiva, más atención al ritmo de la tierra. En sus palabras a DF MAS, se trata de “un vino que te diga de dónde viene, sin tener que disfrazarlo”.

Fuente principal: DF MAS

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