El vino espumante dejó de ser una categoría de nicho en Chile. Hoy, las burbujas nacionales ganan terreno en celebraciones, exportaciones y en la preferencia de nuevos públicos. Esta tendencia no es un fenómeno aislado: tiene raíces profundas en cambios de consumo, posicionamiento internacional y adaptación estratégica.
Un crecimiento sostenido en consumo interno
Según el Estudio del mercado de espumantes en Chile, el consumo local creció un 70 % en volumen y un 93 % en valor entre 2012 y 2018. Ese salto no solo refleja más botellas descorchadas, sino también mayor valor agregado.
Un informe de mercado de la Agencia Argentina de Inversiones y Comercio Internacional señala que hoy Chile consume más de 20 millones de litros de espumantes, y que tanto el volumen producido como las ventas de exportación han aumentado progresivamente en la última década.
Además, un estudio académico de la Universidad de Chile destaca que el vino espumoso chileno ha tenido un “crecimiento marcado y sostenido”, especialmente gracias a la integración de nuevos consumidores jóvenes.
Exportaciones y presencia internacional
Chile está fortaleciendo su presencia en el mercado global de espumantes. La iniciativa Espumante Chile, impulsada por ProChile y la Asociación de Vinos de Chile, busca construir una marca sectorial que resalte atributos como frescura, naturalidad y la geografía privilegiada de los viñedos nacionales.
En cuanto a cifras, en 2015 las exportaciones de espumantes nacionales alcanzaron USD 17,8 millones, según datos publicados por Mundo Agro.
El mismo medio reportó que, en abril de un año reciente, las exportaciones de espumantes chilenos crecieron un 85,8 % en valor y un 85,3 % en volumen, de acuerdo con cifras de Vinos de Chile (Mundo Agro).
Más aún, en octubre de 2022, los embarques de espumantes registraron un aumento de 67 % en volumen y 58 % en valor respecto al mismo mes del año anterior, según datos de WIP.cl.
Factores que impulsan el auge de las burbujas
El dinamismo del sector responde a varias razones:
Ventaja geográfica: la costa y la cordillera entregan condiciones ideales para vinos frescos y burbujeantes, un sello que la campaña Espumante Chile ya utiliza como estrategia.
Diversificación de estilos: Chile produce espumantes brut, brut rosé y versiones elaboradas con cepas como Pinot Noir y Chardonnay, ampliando su atractivo.
Mejora tecnológica: se ha invertido en métodos tradicionales más exigentes y en el cuidado de procesos de crianza.
Cambio cultural: el espumante ya no es solo para Año Nuevo; se instaló como bebida cotidiana para aperitivos o reuniones informales.
Marketing y posicionamiento premium: las marcas buscan competir en segmentos altos con mejor relato e imagen.
Lo que viene
El futuro de los espumantes chilenos pasa por fortalecer la marca país, conquistar nuevos mercados y seguir innovando en formatos y estilos. La categoría de burbujas ya dejó claro que no es pasajera: está en plena expansión y con un público cada vez más fiel.




¡Claro que sí! Este artículo es como el espumante chileno en sí: ¡marcado y sostenido! Me encanta cómo resaltan que ya no solo es para Año Nuevo, sino que es la bebida perfecta para reuniones informales. ¡Qué progreso cultural! Aunque bueno, ¿será que los jóvenes ahora también celebran esas reuniones informales con un poquito de burbuja? 😉 Seguro que la campaña Espumante Chile está dándole una vueltita genial a ese sello de geografía privilegiada. Espero que pronto inventen un espumante para cuando te equivoques con el correo, ¡qué diría un Error 404: Tu vida no encontrado con burbuja!