Más allá del número: El verdadero valor de los puntajes y premios en el vino chileno

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Ante la vasta oferta de etiquetas en el mercado nacional, los consumidores suelen recurrir a los puntajes como una “brújula” para decidir su compra. Sin embargo, expertos de la industria sugieren que, aunque estas cifras son una referencia técnica valiosa, no deben ser el único factor al elegir una botella.

Para Fernando Bustos Latorre, gerente de la viña Santa Sofía Chile, la clave reside en el equilibrio entre la técnica y la emoción. “Los números sirven de guía, pero no cuentan toda la historia. Un vino se disfruta en la copa, compartido con amigos, en familia o acompañado de un buen asado”, señala el ejecutivo.

¿Cómo interpretar las escalas de puntuación?

Aunque existen diversos críticos y guías, la industria ha estandarizado ciertos rangos que ayudan al consumidor a entender qué hay dentro de la botella antes de descorcharla.

De acuerdo con los criterios técnicos utilizados por referentes como la guía Allistair Cooper MW —conocida por su rigurosidad—, así se desglosan las calificaciones:

  • Menos de 85 puntos: Vinos simples, que pueden presentar detalles técnicos por mejorar.
  • 85 a 89 puntos: Vinos bien elaborados, equilibrados y que respetan fielmente su estilo y cepa.
  • 90 a 94 puntos: Vinos de muy buena calidad, que destacan por su complejidad y armonía.
  • 95 puntos o más: Vinos excepcionales, técnicamente impecables y con un carácter distintivo que los hace únicos.

La consistencia frente al gusto personal

Bustos Latorre aclara que un alto puntaje, como los obtenidos recientemente por etiquetas de Santa Sofía Chile, refleja principalmente nivel de elaboración, equilibrio y consistencia. No obstante, advierte que la cifra no puede predecir la experiencia subjetiva: “Estos números sirven para orientarse o comparar añadas, pero no te dicen si un vino te va a encantar en una tarde de verano en la playa o en un brindis familiar”.

En la viticultura chilena, que se extiende desde la profundidad del Valle del Maipo hasta la frescura de Casablanca, los puntajes funcionan como una herramienta de visibilidad internacional. Sin embargo, para las viñas con identidad propia, el objetivo final no es solo alcanzar la métrica, sino asegurar que el trabajo del terruño se traduzca en disfrute real.

En definitiva, la invitación de los expertos es clara: use los puntajes para explorar nuevas opciones y conocer la calidad técnica, pero deje que sea su propio paladar —y el contexto en que comparte la copa— el que otorgue la calificación final.

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