La cocina asiática ha conquistado paladares en todo el mundo gracias a su frescura, intensidad y variedad. Desde el umami del ramen hasta la delicadeza del sushi, cada plato invita a buscar un maridaje que potencie sus sabores sin opacarlos. En Chile, país productor de vinos de gran carácter y diversidad, la pregunta se vuelve especialmente atractiva: ¿cuál es el compañero ideal para esas preparaciones orientales que tanto nos encantan?
Sushi y vinos blancos aromáticos
El sushi, con su base de arroz avinagrado, pescados crudos y ocasionales toques de wasabi, encuentra en los blancos chilenos un aliado perfecto. Los Sauvignon Blanc del Valle de Casablanca, frescos y con notas cítricas, realzan la textura del pescado y limpian el paladar. Otra opción ganadora es el Riesling del Valle del Itata, que con su acidez balanceada y toque floral complementa bien las piezas más untuosas como los nigiris de salmón.
Ramen y tintos ligeros
El ramen, dependiendo de su base (miso, tonkotsu, shoyu), puede requerir un tinto que aporte estructura sin avasallar. Aquí, un Pinot Noir del Valle de Leyda se presenta como una elección elegante, ya que su perfil de frutas rojas y taninos suaves se adapta bien a caldos salinos o de soya.
Maridajes para comida tailandesa, coreana o china
Platos con sabores picantes, dulces o agridulces, como el pad thai, el bibimbap o el cerdo agridulce, exigen vinos con buena acidez y algo de dulzor residual. En esta categoría, el Gewürztraminer del Valle de Bío-Bío o incluso un rosé de Pinot Noir del Valle de Limarí aportan notas frutales y frescura que equilibran la intensidad de estas cocinas.
¿Y los espumantes?
Un comodín infalible. Los espumantes chilenos elaborados con método tradicional o charmat, especialmente los de Chardonnay o mezcla Pinot/Chardonnay, tienen la versatilidad suficiente para acompañar desde rolls fritos hasta dim sum, gracias a su acidez vibrante y burbuja persistente.
El vino chileno sigue expandiendo su versatilidad
A medida que los consumidores se aventuran más allá del maridaje tradicional con carnes rojas o quesos, los vinos chilenos revelan su capacidad para acompañar gastronomías globales. En Bangkok, Tokio, Ciudad de México o Nueva York, el vino chileno ya comienza a formar parte de las cartas en restaurantes de comida asiática, especialmente aquellos que buscan ofrecer experiencias de maridaje innovadoras.
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